El concepto de valor
Para que toda mercancía, como la cerveza artesanal, alcance un precio en el mercado, previamente debe poseer un valor. El valor de la mercancía se define como aquella unidad de medida que permitía el trueque en las sociedades primitivas. Si por término medio la caza de 1 ciervo costaba 2 horas de trabajo y la de un jabalí 1 hora, entonces 1 ciervo se intercambiaba por 2 jabalíes. Por tanto, el valor de una determinada mercancía queda determinado por el número de horas de trabajo necesarias para llevarla al mercado.
Debe tenerse en cuenta, que no sólo hay que contabilizar el número de horas de trabajo de la última fase del proceso de producción, sino también el trabajo empleado en fases anteriores, como por ejemplo la fabricación de herramientas, la obtención de las materias primas, su manipulación, transporte, etc. Por consiguiente, el valor de una determinada mercancía queda establecido por el número de horas de trabajo directo, y acumuladas en etapas anteriores, necesarias para su producción.
El valor concretado en la elaboración de cerveza
A nivel particular, la obtención de 1 litro de cerveza artesanal requiere más horas trabajo que el de 1 litro de cerveza industrial. En este último caso, aunque acumula inversiones mucho más elevadas en horas de trabajo, estas son repartidas entre una producción mucho más elevada, cuestión que acaba por acumular menos horas de trabajo en el producto final que el de una pequeña cervecera. En esta última, el número de horas de trabajo se reparte entre una cantidad de producto ínfimamente menor y por tanto este adquiere más valor, o sea, contiene una mayor proporción de trabajo que la cerveza producida a través de los elevados costes fijos de una gran compañía.
Podría ser el caso de que en una zona concreta del mundo se produjese ineficientemente, aportando un mayor trabajo acumulado y a un falso mayor valor. En este caso, ese mayor valor de sus productos debería buscarse en la ineficiencia de sus fabricantes. Pero los pequeños y medianos productores cerveceros no sólo están en un área concreta del mundo, sino que están repartidos a lo largo de muchas ciudades y países del planeta y, por tanto, por su número y continuidad en el mercado debe otorgárseles la confianza de aptos niveles de eficiencia productiva.
Mayor tiempo, mayor valor
Como se ha mencionado, estas pequeñas cerveceras acumulan una mayor proporción de trabajo empleado por unidad de producto y, por tanto, un mayor valor, que las grandes compañías, que operan con elevados costes fijos. Y no será de extrañar que ese mayor valor llegue a repercutir en un precio más elevado en el mercado que el de la misma unidad de producto obtenido por las cerveceras industriales.
La cuestión que se plantea es qué característica está detrás de las diferencias de valor entre los productos de las cervezas artesanales e industriales que conviven en el mercado. La conclusión debería buscarse en diferencias de calidad entre ambos tipos de cervezas. Sin desigualdades sustanciales de calidad no sería posible explicar por qué hay cervezas artesanales con un mayor valor, medido en horas de trabajo, que cervezas industriales.
Calidad artesanal vs Calidad industrial
Es esta una demostración directa y sencilla para argumentar las diferencias de calidad entre la cerveza artesanal y la industrial, sin la necesidad de acudir a aspectos técnicos que sin duda extenderían este estudio y acabarían llegando a la misma conclusión. Además, se intenta no comparar los productos mediante precios, ya que el dinero está sujeto a cambios en aspectos macroeconómicos que engloban una amplia variedad de sectores económicos. En cambio, el número de horas de trabajo es fácilmente comparable, ya que independientemente de su remuneración, volveríamos de nuevo al problema de los precios y el dinero, su medición es siempre la misma: 60 minutos de trabajo empleado, tanto directo como acumulado en fases anteriores del proceso productivo, y por lo tanto totalmente apto para comparar las diferencias entre el valor entre 2 bienes.
Una segunda cuestión que se plantea es por qué en general los consumidores siguen apostando por una menor calidad en sus consumos de cerveza. Por una parte, la respuesta podría buscarse en una razón de demanda por las diferencias de precios. Pero enseguida podemos observar que para un bien sustitutivo de la cerveza como es el vino, los consumidores están dispuestos a pagar precios superiores y no contentarse, en general, con un vino hecho de manera industrial en formato de tetrabrik.
Conclusiones
Las respuestas deberían buscarse en el lado de la oferta. Multinacionales que han creado hábitos de consumo entre la población y que desde hace tiempo el sector artesanal está empeñado en desenmarañar. Y no es tarea nada fácil, ya que por un lado están presentes los elevados presupuestos de las grandes corporaciones cerveceras destinados al marketing y, por otro, las compras indiscriminadas ante cualquier iniciativa artesanal que crezca de un modo significativo.
La posibilidad del triunfo de la calidad queda pues en manos del sector de la demanda. Requerir una cerveza de calidad, o al menos probarla, se hace indispensable para que el sector cervecero artesanal tenga opciones de consolidarse en el futuro. Efectivamente, los consumidores que entran en su senda, difícilmente toman el camino de retorno.
Nota: Este artículo está inspirado en la teoría del valor del economista David Ricardo.